sábado, 2 de abril de 2011

Los chicos de la guerra (juan lopez y john ward)


imagen del CECIM Centro de ex-combatientes islas Malvinas La Plata

Juan Lòpez y John Ward

Les tocó en suerte una época extraña.

El planeta había sido parcelado en distintos países, cada uno provisto de lealtades, de queridas memorias, de un pasado sin duda heroico, de derechos, de agravios, de una mitología peculiar, de próceres de bronce, de aniversarios, de demagogos y de símbolos.

Esa división, cara a los cartógrafos, auspiciaba las guerras.

López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil; Ward en la ciudad por la que caminó Father Brown. Había estudiado castellano para leer El Quijote.

El otro profesaba el amor de Conrad, que le había sido revelado en un aula de la calle Viamonte.

Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel.

Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen.

El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender.

J.L.Borges


Un homenaje a los soldados de la guerra de Malvinas. A los caìdos en las islas y a los que volvieron y fueron escondidos por la dictadura militar. Hoy ya son hombres y soportan en sus memorias y en sus cuerpos los dolores y los horrores de esa guerra absurda, incòmoda, desgarradora, compleja.

No debemos olvidar que esos chicos de 18 y 20 años que fueron a la guerra, no tenìan derechos en nuestro paìs, no podìan votar ni opinar, ni tener el pelo largo, pero fueron enviados a morir y a matar.

Esa dictadura militar que desaparecìa a sus jòvenes, que asesinaba a su pueblo, que entregaba el patrimonioo nacional construìdo por generaciones al capital extranjero, no podìa encabezar una guerra anticolonial, antiimperial, de liberaciòn nacional. Paradòjicamente la derrota en Malvinas, posibilitò el debilitamiento de la dictadura genocida y el retorno de la democracia.

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