A fines de 1967, en un hospital de África del Sur, Christian Barnard trasplantó por primera vez un corazón humano y se convirtió en el médico más famoso del mundo.
En una de las fotos, apareció un negro entre sus ayudantes. El director del hospital declaró que se había colado.
Por entonces, Hamilton Naki vivía en una barraca sin luz eléctrica ni agua corriente. No tenía diploma, ni siquiera había terminado la escuela primaria, pero era el brazo derecho del doctor Barnard. En secreto trabajaba a su lado. La ley o la costumbre prohibían que un negro tocara la carne o sangre de blancos.
Poco antes de morir, Barnard reconoció:
– Quizás él era técnicamente mejor que yo.
Al fin y al cabo, su hazaña no hubiera sido posible sin este hombre de dedos mágicos, que había ensayado el transplante de corazón, varias veces, en cerdos y perros.
En las planillas del hospital, Hamilton Naki figuraba como jardinero.
De jardinero se jubiló.
Eduardo Galeano
"Espejos"
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