Por Norberto Galasso
Desde muy lejos viene aquella enseñanza de que, en política, el error es peor que el crimen. Por esta razón, los argentinos –y en especial, los sectores medios- deben desechar las fábulas que emite la nueva derecha comunicacional y bucear en lo profundo del enfrentamiento que vivimos para encontrar su cara oculta.
|
Nadie puede dudar de que hay en juego miles de millones de dólares si se aplican o no las retenciones, enorme renta que se redistribuiría hacia el pueblo o sería usufructuada exclusivamente por el sector agropecuario, especialmente por los grupos parasitarios que han hecho un dios de la renta y el mercado. En solo una frase, De Angelis ha revelado el centro de la discusión: "El que quiera comer lomo, que lo pague 80 pesos el kilo, como pasa en Uruguay". Así barrió de un solo golpe con todos los falsos argumentos que se oponían a quienes explicaron, desde el campo popular, la necesidad de desconectar los precios internos de los altos precios internacionales y transparentó, por fin, la avidez insaciable de estos sectores y su profundo sentido antisolidario.
Con esa frase, cerró el debate y esa señora de clase media de Flores o Caballito que se sometió a "la zoncera" mediática de endiosar al campo, ahora ya se ha enterado de cuáles son las intenciones y lo que deberá afrontar a la hora de preparar la comida familiar. Esperemos que no ocurra, como decía Jauretche que "cuando muere el zonzo viejo, queda la zonza preñada". De cualquier modo, esto está claro y no da para más.
Pero lo que se mueve bajo la superficie de estas aguas, resulta algo aún más peligroso. Se trata de desestabilizar al gobierno. La acción conjunta de cortes de ruta y desabastecimiento, con campañas opositoras insólitamente agresivas por parte de los grupos que concentran los medios de comunicación –a lo cual se sumó el frustrado intento de un cacerolazo que tuvo por epicentro el Barrio Norte de
De aquí resulta evidente que esta insurrección agropecuaria –de tinte claramente corporativista, a la cual le cabría perfectamente la caracterización de fascista- no sólo va por la renta agraria diferencial, enorme, hoy por los altos precios internacionales, sino contra un gobierno que considera expresión del sesentismo, de los piqueteros, del montonerismo y otras calificaciones que estiman denigrantes y que les resultan insoportables porque expresan lo mejor del peronismo, fuertemente atravesado por la crisis desde la muerte de Perón.
Lo que está en disputa son dos modelos opuestos. El nacional y popular, que avanza en el intento de redistribuir ingresos y que debe profundizar sus medidas –recupero de las fuentes de energía y las empresas públicas, ley de radiodifusión y otras- y el modelo agroexportador dependiente que marcó la mayor parte de nuestra historia hasta 1945, en beneficio de unos pocos, los de siempre, liderados por
Luchemos pues por un frente político autónomo y antioligárquico que le dé contextura popular a este proceso en marcha, hoy amenazado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario