frente a la inmensidad de los numerosos picos nevados en el altiplano,nos quedamos sin palabras, y en vez de decir hermoso decimos el vocablo indígena:achachila,abuelo, tiramos una tajada de nosotros mismos sobre la montaña y la convertimos en el abuelo de la especie. Aquí no podemos dividir las cosas en hermosas y feas, sino que se establece la antigua division entre lo sagrado y lo profano. Rodolfo Kusch
lunes, 2 de julio de 2012
La muerte del Viejo
Cuando murió, no pude verlo en el velatorio del Congreso. Estuve varios días haciendo cola por las calles de la ciudad; me acuerdo de que estaba en Lavalle y Carlos Pellegrini, la fila donde yo estaba de a ratos iba por esta última hasta Rivadavia y desde allí hasta el Congreso, cocinas de campaña del Ejército servían mate cocido, llovió tanto, tanto, que te mojabas hasta los huesos. Cuando deciden llevárselo, yo estaba a una cuadra, llevo en mi retina a numerosos compañeros, a todo el pueblo triste bajo los paraguas, a Carlitos Caride haciendo la “V”. Pero no llegué, los milicos se lo llevaron y me quedé allí puteando, impotente y con bronca
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